sábado, mayo 20, 2006

Editorial de La Jornada: México, Sin Aval en Derechos Humanos

Sábado 20 de mayo de 2006

Editorial

México, sin aval en derechos humanos

El pasado 9 de mayo, México fue elegido como uno de los 47 integrantes del recientemente creado Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organismo que remplazará a partir del 19 de junio a la muy criticada Comisión de Derechos Humanos. Ayer, los miembros de esta nueva instancia acordaron que el diplomático mexicano Luis Alfonso de Alba asuma la presidencia del consejo en su primer año de existencia. Sin embargo, dado el negro historial del país en materia de protección de las garantías individuales, cuyos aspectos negativos han sido motivo de escándalo a escala internacional en semanas recientes, cabe preguntarse si esta elección, independientemente del prestigio y la honorabilidad de De Alba, es la más adecuada.

La conformación del nuevo consejo se decidió debido a que la antigua comisión estaba gravemente desacreditada, ya que entre sus integrantes figuraron países reconocidos por violar los derechos humanos, como China. Asimismo, el organismo fue acusado de servir como instrumento de presión con base en intereses políticos, como en las numerosas condenas promovidas por Estados Unidos o países satélites contra Cuba, a la vez que omitía las irregularidades cometidas por naciones poderosas, como la precaria situación de los presos por terrorismo en la cárcel de Guantánamo. Debido a lo anterior, se optó por cambiar de cara para recuperar el prestigio perdido.

Pero la designación de México para presidir el nuevo consejo podría no tener los efectos deseados y perpetuar la crónica falta de credibilidad de esta dependencia. El jueves pasado, la organización Human Rights Watch divulgó su informe El cambio inconcluso; avances y desaciertos en derechos humanos durante el gobierno de Fox. De acuerdo con el documento, los rezagos del país en derechos humanos se deben, en parte, a fallas "en el liderazgo presidencial" para resolver cuestiones urgentes, como los sistemáticos abusos de todas las corporaciones policiacas.

De hecho, el informe revela que el gobierno mexicano tolera, fomenta y hasta ordena esos abusos: "El problema endémico de México (es) que cuenta con policías brutales, poco profesionales, sin capacidad de investigación, que normalmente recurren a lo que saben hacer: arrancar confesiones para cerrar casos", comentó José Miguel Vivanco, director para América Latina de esta organización. Prueba de ello es el caso de los dos mineros muertos en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, en Michoacán, quienes fallecieron debido a disparos efectuados por la policía durante un desalojo fallido.

O peor aún, el caso de los más de 200 ejidatarios de San Salvador Atenco, en el estado de México, que fueron atacados con saña por la policía, con saldo de un menor de edad muerto por un disparo, decenas de lesionados por golpizas salvajes y 23 denuncias de abusos sexuales en contra de mujeres.

Inclusive hay fuertes sospechas de que estas violaciones fueron, si no ordenadas ex profeso por altos mandos policiacos, al menos permitidas por indiferencia hacia la suerte de las víctimas. Asimismo, Amnistía Internacional, otra organización de defensa de las garantías individuales, señaló que los uniformados y las agencias de procuración de justicia incurrieron además en "uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, malos tratos y violaciones al debido proceso contra las personas detenidas", como incomunicación y negativa al acceso a atención médica y asesoría legal.

Ello sin mencionar otras situaciones que el gobierno de Fox no ha sabido resolver, como las centenas de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez o el clima de homofobia que impera en estados gobernados por el Partido Acción Nacional. Este panorama evidencia la necesidad de que México ponga fin, de una vez por todas, a la cultura de la violación de los derechos humanos y de la impunidad presente en los cuerpos policiacos, no sólo por el bien del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, sino también por el prestigio internacional del país, tarea urgente sobre todo ahora que el gobierno mexicano estará bajo la mirada de todo el mundo como presidente de esta instancia multinacional.

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