Miércoles 10 de mayo de 2006
Duele y preocupa Atenco. Desde las calles de Atenco y desde todas las calles de los otros Atencos mexicanos se escruta la carga del pasado, la realidad del presente y lo que probablemente será buena parte del futuro escenario de México. Tres temas resumen lo sucedido. Primero, el hartazgo de las clases marginadas; segundo, el fracaso de los políticos priístas y el del gobierno del cambio de Vicente Fox para mejorar la calidad de vida de más de la mitad de los connacionales y, por último, el odio que surge por la combinación de los dos factores previos. Me repito y agrego: Atenco duele y da miedo.
Como bien lo narran los reporteros de La Jornada, en San Salvador Atenco todo estaba dispuesto para que el odio soterrado se conviertiese en violencia y en enfrentamientos entre el poder y la población. La historia de las torpezas foxistas en relación con la construcción del aeropuerto, la división del pueblo entre priístas y no priístas, las magras oportunidades de trabajo y de progreso, el abuso del poder, el asesinato de atenqueses durante las refriegas del aeropuerto y la pugna actual, son, entre otros acontecimientos, elementos suficientes para comprender parte de la desazón y del odio que se vive en esa población.
Del odio, a pesar de que Ignacio del Valle Miranda, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, afirma que no hay espacio para el odio. Imposible coincidir con Del Valle Miranda: basta observar la fotografía del 7 de mayo en la primera página de este rotativo para entender los significados de la inquina. Al pie de la fotografía se lee: ropa rasgada, muebles destrozados, electrodomésticos rotos... Los puntos suspensivos deben ser llenados por el lector y por quienes resulten responsables. Por ejemplo, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el presidente Vicente Fox.
La tragedia de Atenco demuestra la inmensa miopía de los gobiernos actuales. Saturados por la desesperanza y ciertos de que las oportunidades para mejorar su calidad de vida y la de sus vástagos son casi nulas, los habitantes de Atenco estaban, y están preparados para librar las luchas necesarias contra el gobierno. Resulta incomprensible que los dirigentes que ordenaron la nueva asonada contra esa población no hayan previsto lo que podría ocurrir. Difícil dirimir si en las cabezas de los mandatarios responsables prevalece la torpeza infinita o si la violencia contra los habitantes de San Salvador Atenco persigue fines políticos.
Sin duda es exagerado hablar del inicio de una guerra civil. Es exagerado, pero no tanto: el odio acumulado y el incremento en el malestar social son, de alguna forma, ladrillos para que cualquier nuevo conflicto o rencilla se replique geométricamente hasta que incorporemos a nuestro vocabulario el término "semejante" a guerra civil. En este desencuentro, como en tantas otras ocasiones, el gobierno optó por su ideario político en lugar de hurgar en las razones profundas de la discordia. Creo, atendiendo a la inconmensurable estupidez con la que nuestros mandatarios suelen manejar este tipo de conflictos, que ni siquiera se han dado el tiempo para cavilar en los motivos por los cuales se ha llegado en Atenco y en otros sitios a la situación actual.
La muerte del joven Francisco Cortés Santiago retrata bien la inmensa incapacidad de nuestros gobernantes. Jóvenes o niños -Francisco tenía 14 años- que tienen que abandonar los estudios para coadyuvar en el mantenimiento del hogar, ya que el padre enfermo no podía continuar laborando. Jóvenes que crecen sin futuro y que están endeudados desde siempre. Jóvenes que se nutren de las desgracias de sus pares, y que elaboran sus vidas a partir de la marginalización y de las muy insanas lecciones del poder de los políticos que instauran sus normas sin ton ni son.
La violencia utilizada en Atenco es muestra de la ineptitud de la clase política. Las brutales escenas protagonizadas por los habitantes contra la policía dejan poco espacio para la esperanza y para el optimismo. Vicente Fox debería mirar la fotografía mencionada y comentarla en su programa radiofónico. Debería atreverse a reseñarla mientras, entre broma y broma, entre números y números, entre el dinero para los changarros y los 15 minutos para negociar con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, nos explica por qué permite que los Bribiesca sigan circulando sin juicio mientras que algunos de los líderes de Atenco ya se encuentran tras las rejas también sin juicio.
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