lunes, julio 23, 2007

Todo incluido

Cancún, en el paquete "todo incluido"
Hace 20 años, profesionistas residentes en Cancún alertaron sobre la urgencia de consolidar ese polo turístico y mejorar las condiciones en que vivían miles de personas que dependían de esa actividad. Era un error, decían, dejar que el libre mercado expandiera desordenadamente la ciudad. Los ignoraron. Y es que a Cancún llegaban cada vez más inmigrantes en busca de empleo y una vida mejor. Muchos hicieron realidad sus sueños, pero muchísimos otros engrosaron las colonias marginales, la cara oscura de la lujosa zona hotelera. Cancún crecía como ninguna otra ciudad del país; sus hoteles y servicios saturaron más de 20 kilómetros de franja costera, pero se olvidó proteger de la contaminación y la eutroficación a sus lagunas Bohórquez y Nichupté, mientras crecía el número de pobres. Al proyecto ejemplar planteado hace 40 años, se impuso la ganancia rápida, la falta de un plan rector de crecimiento urbano, la corrupción oficial y de grupos privados.

Ni siquiera el huracán Gilberto sirvió para enmendar los errores. Por el contrario, se echó a caminar otro frente turístico en los 120 kilómetros que corren de Cancún a Tulum: la Riviera Maya. Pronto llegaron aquí las inversiones, en especial de origen español, y los visitantes que dejan divisas y rechazan el estilo mayakitsch de Cancún. "Vienen por todo" los españoles y su paquete todo incluido, me dijo una conocedora de la región, y lo están logrando gracias a las facilidades que les dan las instancias oficiales y a la falta de una política para hacer cumplir la normatividad ambiental, el uso del suelo y los recursos litorales.

También en la Riviera creció la pobreza y la desigualdad. Muchas fortunas de políticos, funcionarios y nuevos empresarios, el lavado de dinero y el narco, se deben a esta forma de ocupar el espacio costero, a la corrupción. Algo que también ha sucedido en España de la mano de funcionarios pertenecientes al partido cuyo ideólogo es el señor Aznar. Con la diferencia de que allá unos cuantos implicados están en la cárcel.

Algunos planes oficiales anunciados para evitar que siguiera la ocupación salvaje del Caribe no se cumplieron. La obra pública, los permisos y todas las facilidades se dirigen a garantizar las inversiones de los nuevos conquistadores. Un ex funcionario federal de alto nivel me explicó su imposibilidad de hacer cumplir la ley ambiental, la desidia oficial: era más poderosa la corrupción oficial y privada, unida a la necesidad de dar empleo a miles de familias indígenas de Yucatán, Campeche, Chiapas y otros estados con pobreza extrema, a fin de evitar el descontento y los apoyos a grupos radicales. La pobreza que se oculta al turista extranjero y a visitantes distinguidos cambió de paisaje.

Los huracanes Wilma y Emily de hace dos años fueron otra llamada de atención, no escuchada, sobre la necesidad de cambiar de rumbo para evitar seguir creciendo así. Hoy la erosión y el calentamiento global dejan sin playas a los hoteles. Pero los inversionistas quieren más: durante la reciente visita del mandatario español a Cancún los empresarios de allende el mar se quejaron de los problemas que enfrentan por falta de vialidades adecuadas y aeropuerto en la Riviera Maya, así como por los innumerables trámites y permisos que deben obtener para realizar sus negocios. Exigieron. Y el mandatario de aquí y el de allá, felices por la creación de empleos y las inversiones. El de aquí ofreció atender sus demandas. Ni una respuesta a las denuncias de las agrupaciones sociales y ambientales sobre la corrupción y la ocupación salvaje del Caribe mexicano por parte de los grupos empresariales. Ninguna reflexión sobre la pobreza y la desigualdad creadas por un modelo de crecimiento turístico obsoleto.

En el colmo, el titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales acepta que conoce las denuncias sobre el deterioro ecológico que han causado las empresas españolas. Sabe, pero no actúa, como el resto del aparato gubernamental. Sí, quieren todo pagado, como los all inclusive, como la idea benemérita de que no le deben nada al gobierno, y si éste quiere que le den las gracias, debe pagarles por anticipado.

Alerta

El Northcom, listo para realizar operaciones encubiertas en México
El Comando Norte (Northcom) de Estados Unidos fue creado en 2002 después de los ataques del 11-S del año anterior. Aunque ese país tenía casi todo el mundo dividido militarmente, Norteamérica quedó fuera de sus mandos alrededor del mundo: Comando Sur, Pacífico, Europa y Central (a finales de 2007 o principios de 2008 el Comando Africa será creado dada la creciente importancia estratégica del continente; antes estaba bajo responsabilidad del Comando Europa).

Con el Comando Norte, Canadá y México quedan bajo vigilancia y "protección" de Estados Unidos. En las pasadas semanas un tema controvertido, que afectará a los tres países, salió a la luz: el envío de un destacamento de fuerzas especiales estadunidenses al cuartel general del Comando Norte, ubicado en la base aérea de Peterson, en Colorado Springs, Colorado.

La noticia fue publicada el 20 de junio por el Washington Examiner y causó que los bloggers de Estados Unidos y Canadá se quejaran por las posibles violaciones a soberanías nacionales y derechos humanos por las operaciones de las fuerzas especiales en esos países.

El experto que destacó aún más la información sobre el programa del Comando Norte fue William A. Arkin, especialista en temas militares del Washington Post.

Este afirma que desde la creación del Comando Norte una célula fue diseñada para dirigir y planear operaciones "delicadas" en territorio estadunidense, canadiense y mexicano. No menciona si los gobiernos de Canadá o México fueron informados de ese plan.

En su columna "Early Warning", Arkin señaló que las operaciones "delicadas" están bajo control de los jefes del estado mayor de las fuerzas armadas de Estados Unidos mediante un programa diseñado para encubrir actividades especiales de sus militares y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).

Una de las asignaciones citadas es la de "actividades especiales", que Arkin dice que no es más que un eufemismo de "operaciones encubiertas" en los países de Norteamérica.

Desde la publicación de esta información no ha habido reacción oficial de los gobiernos de Estados Unidos, Canadá ni México, a pesar del escándalo que podría provocar si estos reportes recibiera mayor cobertura en los medios de comunicación de los segundos dos países.

Uno sólo tiene que mirar el caso de Italia, donde más de una docena de agentes de la CIA fueron descubiertos -aunque no detenidos- después de secuestrar a un ciudadano egipcio y ahora están acusados por la justicia italiana por los crímenes cometidos en un país presuntamente "aliado".

Las acciones encubiertas fueron bien descritas por el periodista Mark Bowden en su libro La caída del halcón negro, en el cual un miembro de la ultrasecreta Fuerza Delta cuenta al escritor que la mayoría de sus actividades jamás salen a la luz pública, "pero cuando leas en la prensa que un presunto narcotraficante o terrorista cayó asesinado en algún lugar de América Latina, puede ser obra de nosotros".

Los estadunidenses, canadienses y mexicanos que conocen este programa están -en su gran mayoría- en contra de tener miembros de las fuerzas especiales dentro de su país, como es el caso de Estados Unidos, y de que fuerzas extranjeras actúen de manera clandestina en su territorio, como en el caso de Canadá y México.

Pero ¿cuál sería la reacción cuando esto ocurriera por primera vez? ¿O si se hace público que ya ha ocurrido?

*Darrin Wood es especialista e nvestigador en temas militares