El término terrorismo merece capítulo aparte. Hoy no existe medio de comunicación escrito, radiado o televisivo que no hable de él todos los días. Ni político que no lo mencione en todas sus manifestaciones públicas. Se trata de una palabra omnipresente en el discurso político de estos últimos años, hasta el punto de convertirse en objeto de la política, de la acción militar y en obsesión pública.
Hoy va indisolublemente unido a las nociones de “seguridad”, “libertad”, “fundamentalismo” y otras.
En el lenguaje político existe desde la época del “terror” de la Revolución Francesa. Pero no se puso de moda hasta la segunda mitad del siglo XX, con los actos de violencia protagonizados por los independentistas argelinos en Francia, por el Frente de Liberación de Palestina, el IRA, ETA, las Brigadas Rojas en Italia, la RAF en Alemania, etc. Aunque también las organizaciones fascistas como la OAS francesa, el sionismo, la CIA y el exilio cubano de Miami han llevado y llevan a cabo acciones terroristas, el concepto de terrorismo se suele asociar con la violencia de determinados grupos y organizaciones radicales de izquierda o del fundamentalismo islámico contra el Estado, o, mejor dicho, contra un determinado tipo de Estados, contra lo que se denomina “Occidente”, “sistema de vida occidental”, etc., encarnado en los EEUU, Inglaterra, Israel y sus amigos, por decirlo en el lenguaje habitual.
Es en los EEUU donde se ha venido aplicando el término durante los últimos 50 años hasta allegar a la actual “guerra al terrorismo” decretada por la actual banda de fundamentalistas que rige los destinos de este país y pretende regir los del resto del mundo.
Sin embargo no existe todavía una definición clara de “terrorismo”, aunque todo el mundo cree saber qué es. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como “dominación por el terror”. Para el Webster’s es el “uso sistemático del terror como medio de coerción, atmósfera de amenaza o violencia”. La definición que se aplica en la llamada “guerra mundial contra el terrorismo” es ambigua y tautológica: terrorismo es lo que hacen los terroristas. Mas, ¿quiénes son los terroristas? Los que cometen actos de terrorismo, nos dicen. “Terrorismo es una barbarie moderna que llamamos terrorismo “ (Georg Shultz). “Terrorismo es un ataque a nuestro modo de vida” (Donald Rumsfeld). “Terroristas son los enemigos de la libertad” (Congreso de los EUA). [1]
Los representantes de los 25 países integrantes de la Unión Europea y de otros 10 de la ribera sur del Mediterráneo, reunidos en Barcelona a finales de noviembre de 2005 en la Cumbre Euromediterránea, tampoco se pusieron de acuerdo en una definición de terrorismo. La Alianza de Civilizaciones propiciada por el presidente del gobierno español J. L. Rodríguez Zapatero no ha podido echar a andar. [2] El escritor Javier Ortiz afirmaba, con su saludable ironía, que no saben lo que es terrorismo. [3] Javier Ramos Sánchez se burla también de esta incapacidad en un mordaz artículo publicado en Gara el 14 de diciembre de 2005.
Por último, el general Leonid Ivashov, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas en el momento de los atentados del 11-S, y que, por tanto, vivió los acontecimientos desde dentro, discrepa radicalmente de sus colegas yanquis. En la Conferencia Axis for Peace 2005 afirmó categóricamente que el terrorismo internacional no existe, y que los atentados del 11 de septiembre de 2005 fueron un montaje. [4] No se trata más que de un terrorismo manipulado por las grandes potencias, y no existiría sin ellas. En vez de fingir una “guerra mundial contra el terrorismo”, sería mejor restablecer el derecho internacional y la cooperación pacífica entre los Estados y sus ciudadanos, recomienda este general. [5]
Quienes se encargan de este montaje complican todavía más las cosas al incluir en la noción de terrorismo el concepto de “entorno”, esto es, a todo lo que, en su opinión, puede rodear o favorecer el surgimiento de actos terroristas. Se trata de un nuevo concepto ideado para camuflar las acciones represivas de los gobiernos contra quienes disienten de sus políticas, o simplemente de personas inocentes. [6] Se configura así, afirma Alfonso Sastre, “un mundo sociocultural en donde resulta que creer en la contaminación de cielos y tierras de Serbia e Iraq por el uranio empobrecido arrojado por los bombarderos usamericanos es un trastorno psíquico, una enfermedad que requiere curación.”. [7]
Veamos ahora cómo entienden el terrorismo los que le han declarado la guerra y la capitanean, esto es, los gobernantes de los EEUU.
Desde Nixon hasta Bush se crearon numerosas instituciones y organismos y se promulgaron numerosas leyes para combatir el terrorismo y mantener la “ley y el orden” establecidos. La “academia” ha publicado muchos libros y estudios sobre el fenómeno. No es posible entender el terrorismo sin considerar la relación existente entre gobernantes y académicos. Esta relación se extiende a los grupos de expertos, corporaciones empresariales, medios de comunicación y fuerzas militares.
Se puede entender por qué la etiqueta del “terrorismo” se aplica a la violencia procedente de la izquierda. La practicada por la extrema derecha, apoyada activamente por los EEUU, se califica, en cambio, en términos menos peyorativos: contrainsurgencia, autodefensa, contragolpe, conflicto de baja intensidad, etc. Los crímenes los cometen siempre los otros. Tal vez por eso se evita cualquier definición explícita de “terrorismo”, a fin de no identificarlo con las acciones de los EEUU, Israel, paramilitares colombianos, activistas contrarrevolucionarios cubanos de Miami, etc. Además, cuando se habla de terroristas nunca se piensa en terroristas blancos.
La histeria desatada tras los atentados del 11-S en Nueva York y Washington, alimentada por el gobierno, sus “expertos” y los medios masivos de comunicación ha cambiado los protagonistas del mal. Si antes los malos eran los comunistas, los rojos, los jóvenes rebeldes, ahora es el fundamentalismo islámico.
Los ideólogos de esta “guerra al terrorismo”, guiados por la idea del “choque de civilizaciones”, entre el “Oriente” islámico y el “Occidente” cristiano (sociedad capitalista) recurren al lenguaje del terrorismo para encubrir la defensa del sistema y sus privilegios. No parecen haber aprendido de la historia. En este sentido, la retórica del terrorismo tiene mucho que ver con el lenguaje colorista utilizado antes para designar a los enemigos del sistema: “terror rojo”, “peligro amarillo”, etc. La noción de terrorismo se restringe a la oposición a la política de los EEUU y sus aliados, que quedan así exentos de cometer ellos mismos actos terroristas. Una de las tácticas fascistas consiste en presentar las mentiras como verdades, los asesinatos como respetables (selectivos).
Sin embargo, cualquier definición de “terrorismo” puede aplicarse a las acciones de los Estados Unidos. ¿Empleo de la violencia para conseguir fines políticos? Ahí está la guerra de Vietnam. ¿Ayuda mercenaria contra Estados soberanos y gobiernos democráticamente elegidos? Ahí están la contra nicaragüense, las numerosas invasiones y ataques militares contra México, República Dominicana, Cuba, Haití, Panamá, Granada, etc. Entre 1945 y 2003 los EEUU intentaron derrocar a más de 40 gobiernos extranjeros y aplastar a más de 30 movimientos nacionalistas. Durante ese periodo bombardearon alrededor de 25 países causando la muerte a varios millones de personas y condenando muchos más a la agonía y desesperación. [8]
¿Violencia de gobiernos contra su propia población? Véase la represión de tantos dictadores entrenados y apoyados activamente por los EEUU. ¿Violencia contra civiles inocentes? Las 400.000 toneladas de bombas de NAPALM y los 11.200.000 galones (1 galón = 4,5 litros) de agente naranja lanzados en Vietnam siguen matando. Según la agencia Reuter, los militares usamericanos que arrasaron Faluya urgieron a la población civil a que abandonase la ciudad. Pero a continuación pregonaron que su objetivo eran todos los varones entre 18 y 45 años de una población de 100.000 habitantes. ¿Es esto terror? Se cortó el abastecimiento de agua a Faluya, Tell Afar y Samarra, a 750.000 civiles en total. ¿Es esto terror?
La cantidad aún desconocida de bombas de uranio empobrecido arrojadas en Yugoslavia e Iraq, de racimo en Afganistán, de fósforo blanco en Faluya, y así sucesivamente, no sólo destruyen vidas humanas, sino que también esquilman bosques, tierras y aguas. De bombardeos tipo carpet bombings se acusó precisamente al mariscal Goering en los procesos de Nuremberg, además de ser una violación de la IV Convención de Ginebra, Protocolo I, de 1947. A las aterradoras imágenes de los niños vietnamitas e iraquíes desfigurados hay que sumar las del terrorismo medioambiental. [9]
¿Violencia para aterrorizar a la población? Hiroshima y Nagasaki. [10] Ni siquiera se les permite a los niños palestinos acudir a la escuela sin ser sometidos diariamente a vejaciones cotidianas por las tropas sionistas. [11] Estas mismas tropas, por tierra, aire y mar, han destruido 300 escuelas en Líbano, por lo que los niños no pueden empezar el curso este año. Durante los 34 días que ha durado la guerra no declarada de Israel contra este pequeño país (julio-agosto 2006) el sionazismo (como lo denomina Carlo Frabetti) ha destruido 30.000 viviendas, 147 puentes, 72 carreteras, 1500 infraestructuras, hospitales, aeropuertos, plantas eléctricas, tanques de petróleo (45.000 toneladas de crudo), causando un desastre ecológico superior al del Exxon Valdez de Alaska en 1989. Ha causado 1271 muertos, la inmensa mayoría mujeres y niños inocentes, un millón de desplazados (de los 4 millones de habitantes que tiene Líbano).
Además de lanzar bombas de fósforo contra la población civil, el ejército sionista descargó durante las últimas 72 horas de su guerra, cuando ya se había concertado el alto el fuego, 100.000 bombas de racimo, también prohibidas, sembrando así el 85% del territorio del Sur del Líbano de explosivos. La guerra ha degradado sustancialmente la orografía del país. ¿Es esto terrorismo? Amnistía Internaciona acusa a Israel de crímenes de guerra. Y los continuos bombardeos y asesinatos de palestinos en Gaza y Cisjordania, una tercera parte de los cuales son niños, Palestina, donde el 80% de las embarazadas no pueden recibir asistencia preparto y, 2n 205, 61 de ellas tuvieron que parir en controles militares a causa del muro que construyen los israelitas, ¿es esto terrorismo?
Pero todo esto no se cuenta como terror, sadismo o barbarie. Como ellos no quieren causar bajas civiles ni otros perjuicios no es terror, son “daños colaterales”, mientras que los ataques intencionados de los “terroristas” sí lo es. Sus asesinatos son selectivos, sarcasmo cruel ideado por el fascismo sionista para justificar sus actos terroristas contra los palestinos. Así deben entenderlo también los ocupantes de Iraq y sus amigos cuando también seleccionan a sus víctimas. En los 3 últimos años las tropas usamericanas y aliadas han asesinado a 109 periodistas iraquíes. (No se incluyen en este cómputo los periodistas occidentales).
Según el Comité de solidaridad con Iraq del Tribunal de Bruselas, al 14 de marzo de 2006 habían matado a 350 científicos y más de 200 profesores universitarios. Solo en la Biblioteca Nacional de Bagdad han desaparecido un millón de volúmenes, decenas de millones de documentos impresos, la casi totalidad de los archivos microfilmados y del Archivo Nacional de Iraq. ¿Es esto terror? Donald Rumsfeld, se limitó a comentar que “la gente es libre de cometer fechorías”. Su gente, claro. [12] ¿Cómo se banquean los negros? – le preguntaron 1965 a un mercenario blanco. Se les fusila y se les deja al sol – respondió.
Así que “terroristas”, son, según los EEUU, los que defienden su país contra los ocupantes e invasores. El actual gobierno de Washington mantiene presos a cinco cubanos cuyo acto de terrorismo consistió en denunciar las mafias terroristas que actúan contra Cuba desde Miami. Es la misma perversión lingüística de los fascistas españoles que se rebelaron contra la República española y luego fusilaban a quienes defendieron la legalidad acusándolos de “rebelión militar”.
Por eso no se define “terrorismo”. Como dice Alfonso Sastre, se llama terrorismo a la guerra de los débiles y guerra, y hasta limpia, al terrorismo de los fuertes.
La ONU acusa a los EEUU de actos de terrorismo y tortura. Se han convertido en nación delincuente ante los ojos del mundo. Pero no se presentan a juicio porque no reconocen ningún tribunal mundial, ninguna convención ni ningún tratado, aunque algunos los hayan firmado. Su prepotencia les impide reconocer que cometan semejantes infamias. Y eso a pesar de que un grupo de generales retirados de su propio ejército apoyen las denuncias del genocidio de su gobierno en Iraq.
Pero hoy, gracias a las TIC tecnologías de la información y la comunicación), pueden grabarse y difundirse casi al instante las imágenes del horror genocida de esta guerra usamericana contra el terrorismo.
Para mayor escarnio de la humanidad, el presidente G. W. Bush, el Mr. Danger de Hugo Chávez, nombró a Henry Kissinger jefe de la comisión encargada de investigar los ataques terroristas contra los EEUU. Precisamente una persona que durante toda su vida había estado acunando terroristas. O sea, que puso a la zorra para cuidar de las gallinas. He aquí un somero recuento de las acciones de este héroe de la libertad y la democracia en relación con el terrorismo.
Vietnam. Contribuyó a minar las conversaciones de paz de 1968 en París. Pasó por alto los bombardeos secretos de Camboya, a consecuencia de los cuales murieron cientos de miles de civiles.
Bangladesh. En 1971 el general pakistaní Y. Khan, armado por los EEUU derrocó a un gobierno democráticamente elegido, provocando un baño de sangre con cientos de miles de civiles asesinados. Kissinger se opuso en su condena en la ONU y destacó la “delicadeza y el tacto” de Khan.
Chile. A principios de la década de los 70 Kissinger supervisó la campaña de la CIA para ayudar a derrocar a Salvador Allende e instaurar la dictadura fascista de Pinochet.
Timor Oriental. En 1975 aprobó la brutal invasión de este pequeño país por Indonesia, al mando entonces del sanguinario general Suharto, asesino de más de 300.000 comunistas en 1965.
Argentina. Los documentos desclasificados demuestran su apoyo a la junta fascista, a la que aún se le reclaman 30.000 desaparecidos.
Kissinger tiene demandas judiciales en Chile para que responda ante los tribunales por su participación en los asesinatos del general René Schneider y de Orlando Letelier, entre otros actos supervisados por él. [13]
La esencia del terrorismo radica en la desigualdad de la capacidad de destrucción, la ilegitimidad de su uso, la desproporción de su aplicación, así como la tortura. Es la humillación y subyugación de poblaciones enteras mediante la violencia física y psicológica normalizada, en especial en su forma más insidiosa, la violencia racional del Estado moderno ante la que nos ciega el lenguaje y la ideología. [14]
El mundo se horroriza con las torturas de los campos de concentración nazis, de Abu Ghraib, Guantánamo y las que van saliendo cada día. Pero conviene recordar que la era de la tortura se inició en la represión de 1934 en Asturias, efectuada por el general F. Franco. (La Guerra Civil Española, dos años después, también fue campo de experimentación.) “Las tropas de la Legión Extranjera y los moros traídos de Marruecos, adiestrados para la tortura y el degüello, se encargaron de los supervivientes de los bombardeos.
En Asturias se inició la era de la tortura. A quienes caían en manos de los esbirros se les aplicaban tenazas y hierros candentes, se les aplastaban las manos y los órganos sexuales, les machacaban las rodillas y los pies con martillos, tenían que sufrir la muerte de mil maneras, en el paredón, bajo la horca, conducidos a la fosa que habían tenido que cavar ellos mismos, para ejecutarlos atados a una silla, en presencia de las mujeres y madres antes de ser finalmente ahorcados, dados garrote, fusilados o empalados en postes de agujas. Con tres mil muertos, siete mil huidos y cuarenta mil presos tuvo que pagar la población asturiana el intento de oponer al despotismo el poder de los obreros.” [15]
Desde el punto de vista de la contaminación lingüística se ha efectuado un desplazamiento hacia el lenguaje bélico, tanto en el discurso político como en los medios de comunicación. Así, al principio, el atentado del 11-S fue un “crimen” con “víctimas”. Había que llevar a los criminales ante la justicia, esto es, ley, tribunales, abogados, juicios, sentencias, recursos, etc. Pero en pocas horas todo eso cambió a “guerra”, con bajas, enemigos, acciones militares, etc. [16]
Los terroristas son “cobardes” calificativo que no se ajusta a hombres y mujeres que sacrifican voluntariamente sus vidas por sus ideales. Por eso hay que fumigar sus madrigueras para sacarlos a la luz del día y exterminarlos como si fuesen ratas. O “desecar los pantanos donde viven como si fuesen reptiles (Rumsfeld). De nuevo el simbolismo vertical de los valores. Arriba el bien (nosotros), abajo el mal (ellos). Sólo los de arriba, superiores en inteligencia (luz), moral y fuerza, pueden vencer a los de abajo, inferiores, en las tinieblas, arrastrados, y débiles. Los seres superiores, siempre erectos, descargan su furia desde arriba, desde el cielo. Cabe que sus acciones provoquen algún mal menor. Como la limitación de las libertades individuales, los asesinatos políticos, el derrocamiento de gobiernos, la tortura, la contratación de criminales, el millón de iraquíes muertos por los efectos de la guerra, esto es, las enfermedades debidas a la destrucción de las plantas potabilizadoras, los hospitales, las centrales eléctricas, la falta de alimentos y medicinas, etc. Eso son “daños colaterales”.
Pero todo vale en aras de la “seguridad nacional”, poderosa metáfora que invoca el apoyo de la población para la seguridad de las empresas privadas y los grandes consorcios que engrosan sus beneficios gracias al clima de inseguridad creado y estimulado por ellas. El capitalismo, y más en su fase imperialista actual, es, por su esencia, un sistema generador de angustias, incertidumbres, miedos. Sobre todo el miedo a perder el trabajo, o a no encontrarlo, para hacer frente a las necesidades de una vida digna. Andrés Devesa lo expone perfectamente en estos términos:
“Vivimos en el auténtico estado de excepción permanente, pues la amenaza acecha de forma constante e invisible, en sus diferentes versiones: atentado terrorista, colapso energético, catástrofe ecológica o pandemia mundial. Pero, ¿qué esconden estas amenazas espectaculares? Lo que el espectáculo oculta es la verdad inmisericorde de nuestra época: la absoluta falta de libertad del ser humano, que cede cada día una parcela más de la vida a los gestores de la miseria, a los paladines de la economía independiente del ser humano. La visión apocalíptica es la espectacularización de lo que hoy es la norma: la artificialización y estandarización de la vida, la supresión de lo vivido y su sustitución por un sucedáneo que ni de lejos se parece a lo que pretende sustituir. El miedo a la catástrofe espectacular oculta, por tanto, la auténtica catástrofe, la que se desarrolla cada día de nuestras vidas, mientras en las pantallas de televisión observamos las amenazas que sirven de velo a lo auténticamente catastrófico.” [17]
Seguridad no significa un salario que permita vivir con dignidad, una pensión para la vejez, un plan de salud, una orden de retirada de nuestros hijos de los campos de batalla. Seguridad significa más armas, más policías, mucho ondear de banderas. La tan cacareada seguridad está incluso por encima de las libertades individuales y los derechos humanos, esto es, más inseguridad. Así lo reconoce un dirigente como Tony Bair, que se tiene por socialista. [18]
Como afirma F. Aínsa, la exaltación de la seguridad como “valor de refugio” ha producido la multiplicación de barreras entre el espacio individual y el colectivo.
“La sociedad contemporánea dificulta, lejos de los proyectos de la utopía urbana clásica, el acceso al domicilio privado a través de códigos, guardianes, interfonos que se prolongan en calles con barreras, barrios con entradas y ciudades con fronteras sectores bien delimitados.” [19]
En suma, toda la doctrina acerca de la “seguridad nacional” se basa en la supuesta existencia de un enemigo que amenaza la patria. De ahí que el fin último de esta doctrina sea la transformación de países soberanos en territorios abiertos, esto es, en “áreas de libre comercio” por medios militares.
La consecuencia es la militarización del lenguaje, ya sea de forma abierta o encubierta. Así, a medida que transcurre el tiempo, los medios de comunicación dejan de hablar del ingente montón de escombros en que se ha convertido la ”Zona acero”, para pasar a “América UnderAttack” (América está asiendo atracada -, no los Estados Unidos-). Inmediatamente a “America strikes back” (América devuelve el golpe), “America’s New War” (La nueva guerra de Aamérica), “America recovers” (América se recupera). Se trata, pues, de una información desvirtuada por el melodrama. Como decía Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina, “ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una Subamérica, una América de segunda clase, de nebulosa identificación”.
La violencia salvaje, típica del poder totalitario, deja su impronta en el lenguaje de los militares yanquis. Así, el general de los marines John Sattler afirma que la ofensiva contra Faluya “ha partido los riñones a los insurrectos”, expresión que ya pronunció Mussolini a propósito de Grecia. [20] He aquí algunos nombres dados a sus operaciones militares:
“Tormenta del desierto”, durante la cual enterraron vivos a 300.000 soldados iraquíes en la primera Guerra del Golfo.
“Cortina de acero”, operación militar durante la segunda semana de noviembre de 2005, para sellar la frontera con Siria y destruir los pueblos y aldeas de la misma, paráfrasis del “telón de hierro” empleada por Churchill tras la II Guerra Mundial.
Sus bases llevan nombres como “Campo Asesino”, “Campo de los Cazadores de Cabezas”,”Base de Operaciones Avanzadas Dragón de Acero”, “Operación Relámpago”, “Operación Matador”, “Brigada del Lobo”, “Escuadrones de la Muerte”, etc.
“Conmoción y pavor” es el nombre que los estrategas del Pentágono y sus expertos en guerra psicológica dieron a su campaña de bombardeos sobre Iraq. [21] Se trata de una frase destinada a colocar al enemigo en estado de desamparo y terror, privarlo de todo lo que posibilita la existencia humana, agua transporte, energía, alimentos, comunicación, etc., y bombardearlo tanto que rompa cualquier resistencia. Su intención: lanzar durante las primeras 48 horas de la segunda Guerra del Golfo tantas bombas como se tiraron durante toda la primera.
A pesar de todo, fue un fracaso. Lo que esta campaña no pudo prever (o tal vez también estaba programado) fueron los saqueos de los bancos, almacenes, tiendas, embajadas, hospitales, escuelas, universidades, museos. Lo único que preservaron con éxito fue el Ministerio del Petróleo. Lo perverso es que la oficina de patentes usamericana recibió, cuando los combates estaban en su apogeo, 15 peticiones para registrar la frase “Shock and awe” (conmoción y pavor) como marca registrada para: productos de efectos destructores impresionantes, un juego bélico electrónico, una marca de guantes de boxeo, un fabricante de fuegos artificiales y otro de pesticidas. [22]
La industria de juguetes puso en el mercado para la Navidad de 2003 productos con el nombre de “Batalla de tanques en el desierto”, “Combate casa por casa en Bagdad”, etc. La cuestión de cómo se compaginan estos juguetes bélicos con el mensaje navideño de “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, con la demostrada devoción metodista de G. W. Bush, se queda en mera retórica.
El colmo de esta perversión lo manifiesta el Pentágono cuando califica de “acto de guerra” el hecho de que tres de los encarcelados de Guantánamo se suiciden al no poder aguantar las torturas a los que llevan sometidos desde hace varios años, o el sarcasmo cruel de los sionistas de Israel cuando descargan los obuses de su aviación contra unos niños palestinos que juegan en su trocito de playa y lo justifican con loa falacia de que el obús asesino no era suyo. ¿Quién lo puso entonces en el avión y quién apretó el gatillo?
Preocupados, tal vez, por el rechazado que estas denominaciones puedan provocar, se rebautizan a “Campo Redención” (Abu Ghraib) que tanto recuerda al “Arbeit macht frei” (El trabajo os hace libres) que se colocaba a la entrada de los campos de concentración nazis; “Campo Justicia”, en la isla de Diego García; o “Campo Rayos X” para el de Guantánamo. Las maniobras que la flota usamericana lleva a cabo en el Caribe a mediados de mayo de 2006, tan reminiscente de la “política de las cañoneras”, con un portaviones nuclear y 6.500 efectivos las denominan “Confraternidad de las Américas”. A ellas se suman pocos días después otros 4.000 efectivos militares de la OTAN con el bonito lema de “Enjoy Caribean Lion 2006” (Goza el león caribeño 2006).
El lenguaje militar penetra todas las acciones y programas gubernamentales. La expresión guerra a… se ha convertido en un comodín de las campañas políticas, sobre todo en época de elecciones. Richard Nixon, el Tricky Diky del Watergate que tuvo que dimitir por tramposo, empezó con su guerra a las drogas. Se ha seguido luego con la guerra a la pobreza, además de la guerra al terrorismo. Pero lo cierto es que todas ellas han fracasado. El narcotráfico ha aumentado, desde Afganistán a Colombia. La pobreza se enseñorea de continentes enteros, y afecta cada vez más a los mismos EEUU.
Las guerras a... constituyen un juego peligroso. No dejan de ser una simple quimera destinada a distraer la atención, en el mejor de los casos. La guerra a... es, en realidad, una guerra contra los desposeídos, sobre todo los no blancos, contra la pobreza de la peor especie, matar a los pobres para sostener la riqueza de los pocos ricos. Ya a principios de la década de 1970 decían los “sabios” del Pentágono que sobraban mil millones de seres humanos.
La única guerra a la pobreza consiste en cambiar las condiciones que la crean, cambiar el modo de vida, de despilfarro, de pensar, de distribuir la riqueza. Todo esto se opone a la guerra.
Puede decirse que la economía mundial, organizada según las necesidades del gran capital, es el último productor de terror para poblaciones enteras a lo largo y ancho del planeta. ¿Hay algo más aterrador que el hambre y la desesperanza?
Puede llegar el día en que el odio contra la matonería USA crezca hasta el punto de que la guerra a... se convierta en una Guerra Mundial.
El lenguaje de la guerra a… invoca el patriotismo y los intereses nacionales. Cuando se está en guerra, toda crítica al gobierno se convierte en un acto antipatriótico que debe castigarse de modo correspondiente. Por eso la guerra al terrorismo se ha traducido, con la Ley Patriótica, y otras relativas a la vigilancia de la población, en pérdida de libertades y derechos fundamentales.
Y suele ocurrir que quienes más claman en favor de la guerra son los primeros en eludir el servicio militar. G. W Bush y su elenco de ministros y principales colaboradores, Karl Rove, Richard Perle, John Ashcroft, Elliot Abrams, etc. evadieron el reclutamiento cuando era obligatorio en su país. Los hijos de los ricos no se alistan en el ejército, evaden el servicio militar. El grueso de los soldados que mueren por la patria son los pobres que ven en el ejército una manera de acceder a un oficio o a la propia nacionalidad. Pero son los ricos los que hablan de cobardía, de halcones y gallinas.
Por otro lado, el patriotismo guarda relación directa con el número de hectáreas de patria que se posean y la cantidad de impuestos que se evadan. Los plutócratas se cuentan entre los principales estimuladores del patriotismo. Propugnan una patria sana, pero recortan los servicios sanitarios. Hablan de libre comercio, pero mantienen el bloqueo comercial y financiero de Cuba. Enviaban a los soldados a luchar contra los nazis, pero las grandes corporaciones como DU Pont, Ford, General Motors, Texaco, IBM, Union Carbide, Coca Cola, General Electric, etc., hacían sustanciosos negocios con el Tercer Reich. Hasta el presidente Roosvelt ordenó que no se bombardeasen las propiedades de estas empresas en Alemania. Terminada la guerra recibieron muchos millones por las pérdidas sufridas. Pero ningún directivo sufrió condena alguna por haber colaborado en los crímenes de guerra (mientras se condena a quienes envían dinero o medicamentos a sus familiares en Cuba o a las empresas que comercian con ella). Si esto es patriotismo, ¿qué es traición?, se pregunta M. Parenti. [23]
Como dice M. Parenti, no hay “estado canalla”, “eje del mal”, “país comunista” o “terrorista” que ostente semejante record de agresiones criminales contra otros pueblos.
En contraste, han apoyado y apoyan a todas las dictaduras clientelares como las de Franco, Somoza, Pinochet Mobutu, Marcos, el sha, Fujmori, el apartheid, Arabia Saudí, Nigeria, etc., etc.
A fin de conservar esta ejemplar clientela, estos paladines de la “freedom and democracy” mantienen medio millón de soldados en 395 bases principales y cientos de instalaciones menores en 120 países, 8.000 armas nucleares estratégicas, 22.0000 tácticas, una armada y un presupuesto militar mayor que el resto de países juntos, el 80% del gasto militar en el mundo.
Esta misma maquinaria de destrucción y opresión, interior y exterior, se mantiene con un inmenso endeudamiento, también superior al del resto del mundo. Se invoca el patriotismo para contraer deudas. Así se fomenta la economía, nos dicen.
Cuando el gobierno de los EEUU quiere hacer una guerra se va, como el resto de gobiernos capitalistas, a los comerciantes privados. Estos producen el equipamiento de los soldados, todo tipo de armas, vehículos, aviones, barcos, etc., mediante el trabajo humano asalariado, y luego se lo venden al gobierno. El objetivo de los comerciantes es hacer dinero. El dinero de los trabajadores se transforma al final en el consumo de los propietarios, en propiedad privada. Así que quienes sufren la guerra y mueren por la patria incrementan los caudales de los propietarios de las fábricas.
A veces ocurre que el gobierno del enemigo recurre también a los comerciantes, a los mismos fabricantes de armas. Se tiene así que una parte de los obreros y empleados muere por las armas que la otra parte que sobrevive tiene que seguir pagando una vez acaba la guerra.
Los intereses vitales, concepto reminiscente del Lebensraum (espacio vital) nazi, se extienden por todo el planeta. En realidad, estos intereses vitales o nacionales no son los de otros pueblos o naciones, ni siquiera los del pueblo estadounidense, sino los de las grandes compañías petroleras y gigantescos conglomerados financieros, comerciales e industriales. Por eso, los gobiernos que representan a estas compañías defienden sus intereses y se niegan a firmar cualquier convenio internacional que atente contra ellos, como el protocolo de Kyoto, el de las minas antipersonales, etc.
Los llamados medios de comunicación de masas apenas mencionan estos hechos, sobre todo los usamericanos. De ahí que su pueblo sea uno de los peor informados del mundo. El 11 de septiembre de 2001, fecha de los terribles atentados de Nueva York y Washington, donde murieron 3.000 personas ocurrieron también estas cosas que recopiló y publicó poco después un grupo anarquista brasileño:
- 35.615 niños murieron de hambre (datos de la Fao), ¿dónde?, en los
- países pobres.
- Programas especiales de TV: ninguno
- Artículos de periódicos: ninguno
- Mensajes del presidente: ninguno
- Actos solidarios: ninguno
- Minutos de silencio: ninguno
- Duelos por las víctimas: ninguno
- Foros organizados: ninguno
- Mensajes del papa: ninguno
- Cambios en las acciones de la Bolsa: no les preocupó
- Euro: siguió su camino
- Nivel de alerta: cero
- Movilizaciones del ejército: ninguna
- Teorías conspirativas: ninguna
- Principales sospechosos: países ricos.
Sí, los verdaderos patriotas son “los que se preocupan por su país y quieren mejorarlo, los que no sucumben ante los temores de amenazas externas, los que defienden la libertad de expresión y quieren más pluralismo en los medios. Los verdaderos patriotas son internacionalistas, los que exigen políticas que “sirvan a las necesidades de la humanidad”. [24]
En el Fragmento 24, Demócrito decía que “para el sabio la tierra no tiene confines, porque la patria del hombre honrado es toda la tierra”. No digáis adiós al internacionalismo, aconseja Volodia Teitelboim desde la cima de su larga u rica experiencia. “Se necesita uno que sea humanista, revolucionario y democrático, con respeto por los derechos de las personas y los pueblos; por la naturaleza, la mujer, los niños, las etnias, los poetas y los no poetas. Un internacionalismo amante de la paz entre todas las naciones, sin que ninguna tenga derecho a bombardear a otra proclamando su amor por falsos derechos humanos, porque el amor no debe matar, no puede ser falsificado.” [25] Una noción de internacionalismo como la que, desde su inmensa bondad y dilatadísimos conocimientos proclama Alfonso Sastre, esto es, “una noción que postula y desea y defiende la existencia y la variedad de las naciones y de las diferentes culturas, y la práctica patriótica y revolucionaria de la solidaridad social”. [26]
Notas
[1] Cf. John Collins: “Terrorism”, en : Collins, John y Glover, Ross: Collateral Language. A User’s Guide to America’s New War , New York y Londres 2002, pp. 155-174.
[2] Cf. El País, 27-11-2005.
[3] Cf. El Mundo, 1-12-2005
[4] Existen ya numerosos estudios e informes que vienen a corroborar esta convicción del general ruso
[5] Para un resumen de su intervención véase Axis for Peace –Red Voltaire, 23-1-2005, así como Rebelión, misma fecha. El general Leonid Ivassov es vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos. Fue jefe del Departamento de Asuntos Generales del Ministerio de Defensa de la Unión Soviética, secretario del Consejo de Ministros de Defensa de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), jefe del Departamento de Cooperación Militar del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa.
[6] Véansen los artículos de Carlo Frabetti “El terrorismo y su entorno”, en La Haine, 15-12-2005; y el de Alfonso Sastre “El ‘entornalismo’: un grave atentado a la justicia”, Gara, 11-12- 2005.
[7] Sastre, Alfonso: La batalla de los intelectuales, loc. cit. p. 16.
[8] Cf. Blum, William: “Una historia corta sobre la Guerra Fría y el anticomunismo”, killinghope.org.
[9] Cf.. Galeano, Eduardo: “SOS: terrorismo medioambiental”, El Mundo, 28 agosto 2002.
[10] Para el terrorismo made in USA puede consultarse la Enciclopedia Básica sobre el Terrorismo promovido, financiado y ejecutado por el gobierno yanqui y sus aliados en América. Esta obra electrónica, creada tras el Encuentro Internacional en Defensa de la Humanidad, realizado en Caracas entre el 2 y el 4 de diciembre de 2004 y del Encuentro Internacional contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia, La Habana del 2 al 4 de junio de 2005, puede consultarse en www.terroronline.org, en www.terroronline.com, en www.terroronline.net y en www.defensahumanidad.cu [11] Véase el artículo de Amira Hass “Ningún niño sin ser hostigado”, en Haaretz, 24-1-2006.
[12] Cf. Jamás, Imán Ahmad: Crónicas de Iraq, con presentación de Santiago Alba y cronología de Carlos Varea, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid 2006.
[13] Cf. The Nation, 22 diciembre 2002, editorial “The Kissinger Deceit”.
[14] Cf. Rajiva, Lila, loc. cit. p.101.
[15] Cf. Weiss, Peter: La estética de la resistencia, Hiru, Hondarribia (Guipúzcoa) 2004, p. 273.
[16] Cf. Lakoff, George: “Metaphors of Terror”, These Times, 29 october 2001.
[17] Cf. Devesa, Andrés: “Pajaritos y pajarracos”, Rebelión, 25-3-2006
[18] Cf. El País, 25-2-2005.
[19] Cf. Aínsa, Fernando: La reconstrucción de la utopía, Correo de la UNESCO, Mé3xico 1999, p 67.
[20] Cf. Giacché, Vladimiro: “Totalitarismo, triste historia de un no-concepto”, Rebelión, 24-2-2006.
[21] Cf. Romano, Vicente: Estampas, Barcelona 2004, p. 74-75.
[22] Cf. Zeitschrift für Kommunikationsökologie und Medienethik, , 2/2005, p. 24
[23] Cf. Parenti, Michael. Más patriotas que nadie, Hondarribia (Guipúzcoa) 2004, p. 115.
[24] Parenti, Michael: loc. cit. pp. 141-145.
[25] Teitelboim, Volodia; loc. Cit.
[26] Sastre, Alfonso: La batalla de los intelectuales, loc. cit., p. 40.
Vicente Romano es catedrático jubilado de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Sevilla (España) Rebelion.