miércoles, julio 30, 2008

[Vídeo] EZLN y EPR: las paradojas

Jorge Lofredo presenta libro de entrevista a Marcos :: "Antes se hablaba del y con el EZLN, mientras se combatía al EPR; hoy es al revés en todo sentido"

Sin el riesgo cierto de una nueva escalada de violencia contra las comunidades zapatistas y la trascendencia que puede alcanzar una salida política a la cuestión de los eperristas desaparecidos, la mención de ambas circunstancias quedaría relegada simplemente a ello.

Sin embargo, durante el transcurso del segundo semestre de 1996, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se encontraba en pleno diálogo con el gobierno federal al momento de la irrupción del Ejército Popular Revolucionario (EPR). La vía política primaba con los alzados de Chiapas, en tanto que los enfrentamientos militares imperaban en Guerrero y Oaxaca.

Actualmente, los roles se han invertido: mientras el EPR y la actual administración federal encuentran en la Comisión de mediación una instancia sobre los desaparecidos, el subcomandante Marcos acaba de agregar un agravante: "Estamos como en 1993, pero al revés. (...) Ahora es el gobierno el que está preparando el ataque (Laura Castellanos y Ricardo Trabulsi: Corte de Caja, Búnker/Alterno, 2008, p. 49.)".

La paradoja entre ambos momentos serviría como referencia política de la historia inmediata, pero la relevancia de la coyuntura la convierte en lectura imprescindible. El reciente informe (La Sedena: Operación Garrucha, 7 de junio de 2008) del Centro de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas (CAPISE) destaca en el mismo sentido: "Frente a un escandaloso silencio mediático, la ofensiva contra los pueblos zapatistas dentro de su territorio no sólo se mantiene, sino en forma por demás alarmante, se incrementa".

Diversos análisis apuntaron que el zapatismo no fue aniquilado, pese a su manifiesta debilidad militar debido, entre otras cosas, a una exitosa estrategia comunicacional y cobertura mediática; pero ya sin éstas, las comunidades zapatistas están a la intemperie. Como bien se refleja en el trabajo de Castellanos-Trabulsi, también son ignoradas las formas de autogobierno que se está impulsando y plasmando en las comunidades chiapanecas. Ello implica que ante la ruptura de y con Marcos, continuó un desinterés por la suerte de esa experiencia autonómica.

El EZLN concitaba toda la atención (mediática-comunicacional) alrededor suyo, a la vez que la única vía de asumir al EPR era a través del enfrentamiento policial-militar. Basta con mencionar la definición de "guerrilla buena" (EZLN y su base social) y "guerrilla mala" (EPR y sus acciones terroristas) para comprender cabalmente la diferencia entre ambas decisiones gubernamentales.

Ahora, en cambio, con las advertencias sobre el asedio a los caracoles y la puesta en marcha de la mediación, parece haberse invertido nuevamente la fórmula: antes se hablaba del y con el EZLN, mientras se combatía al EPR; hoy es al revés en todo sentido (hasta en su misma definición).

Y aunque han habido reiteradas denuncias sobre incursiones militares a la zona zapatista que no se han concretado, podría considerarse la ejecución de una estrategia militar que reside precisamente allí: asedios constantes o su amenaza, que especulan con la reacción del EZLN y de organizaciones no gubernamentales para que caigan en el descrédito o la indiferencia, hasta que al final acaban sucediendo. El EPR logró romper el cerco de silencio impuesto desde tiempos del Partido Revolucionario Obrero Campesino-unión del Pueblo (PROCuP), y esto quizá ocurrió a partir de sus acciones político-militares en 1996-1997; no obstante, alcanza mayor notoriedad con las recientes explosiones en Pemex y con la propuesta de mediación. Obtiene también una repercusión periodística que actualmente ya no logra el EZLN. Al respecto, puede notarse que el PROCuP, antecedente del EPR, no era considerado en la sección política de los periódicos nacionales, sino que se le relegaba a los sucesos policiales.

Hoy es impensado suponer que un medio les destine a ese lugar, aun cuando se les involucre en algún ilícito. de hecho, el EPR también ha hecho notar en reiteradas ocasiones la escasa llegada a los medios y la imposibilidad de hacer conocer su ideario a través de su propia voz. Además de dejar al desnudo estas paradojas, Corte de Caja descubre un cambio en la visualización del EPR por parte de Marcos. Como antecedente inmediato puede contabilizarse el texto zapatista del 22 de septiembre, donde anuncia la suspensión de las actividades de La Otra Campaña mientras transcurre la campaña eperrista. Pero en este caso, profundiza aún más.

Luego de reconocer la existencia de discusiones internas para volver a las armas luego de la marcha del Color de la Tierra, en 2001 (p. 65), y tras la advertencia de que responderán ante una nueva agresión (p. 52), aseguró: "El EPR va a dar mucho de qué hablar en los próximos años." (p. 110.) Y a continuación, afirma: "El EPR tuvo lo que no tuvimos nosotros en 94. En 94 -continúa Marcos- todos fueron unánimes a la hora de apoyar nuestras causas, pero se dijo que la vía armada no era el camino. Y el EPR no recibió una condena unánime por las bombas (ídem)". Y concluye: "debido a la situación del país, acciones de este tipo despiertan simpatías (p. 111)".

Esto, sin embargo, no parece ser así. un recorrido por las distintas opiniones planteadas en los medios de comunicación en torno de las acciones político-militares llevadas a cabo por el EPR contra los ductos de Pemex, concluyen en su gran mayoría en rotularlas como "terroristas". El EZLN, también, ha contado con una movilización social de gran magnitud para poner fin a las acciones militares en su contra, suceso con el que ni la masacre de Aguas Blancas ni el EPR han contado. Y tampoco ha concitado la misma atención que la obtenida por el zapatismo en aquellos años ni ha encontrado eco en alguna personalidad que haya hecho propia la causa eperrista.

Las diferencias entre cada circunstancia son muchas, pero aun así continúan las paradojas. más todavía, casi idénticos son los argumentos que encuadran al EPR como "terrorista" como los esgrimidos contra el PROCuP. Encontrando nuevamente al EZLN como punto de conexión entre uno y otro momento, en el libro Lucio Cabañas, 20 años después (coordinado por Felipe Edgardo Canseco; Claves Latinoamericanas, s/f) se aborda la misma situación en el contexto de las acciones político-militares realizadas por el PROCuP y el Partido de los Pobres (8 y 9 de enero de 1994) en solidaridad con el levantamiento zapatista. Ahí se responde a las aseveraciones que caracterizaron de "terroristas" a esos hechos.

Y dos son los argumentos de fondo, entre otros, que aún persisten.

Primero, las acciones político-militares fueron realizadas con posterioridad a los sucesos que denuncian -en este caso, posterior a la avanzada militar del gobierno contra las posiciones zapatistas- como una suerte de respuesta basada en la solidaridad revolucionaria con el EZLN; y segundo, que estas acciones de hostigamiento "sólo constituyen una forma táctica más (y que) no se contrapongan las diferentes formas de lucha, sino que se comprendan como formas complementarias (pp. 92-93)".

Los posicionamientos del PROCuP como del EPR siguen siendo los mismos: no ejercen una violencia ofensiva, sino que se presentan como una respuesta a una realidad considerada injusta y que sólo a través de la combinación de todas las formas de lucha, incluida la armada, puede revertirse esta situación. La caracterización de terrorismo, sin más explicación ni equiparación con otras experiencias, también es un hecho que ha transcurrido inmutable a lo largo de todos estos años.

Los datos antes expuestos dan cuenta de ello.

Lo cierto es que tras estas paradojas se esconden las mismas situaciones ocurridas muchos años atrás, como si lo sucedido de nada hubiese servido. Y, más grave aún, es que se repiten los mismos riesgos de décadas pasadas.

* Investigador, Centro de Documentación de los Movimientos Armados


(www.cedema.org)
Excelsior


No hay comentarios.: