Otro engaño a las comunidades indígenas
Resumen
La asociación francesa Echo Way (www.echoway.org) se dedica a promover el turismo responsable en lo ecológico y cultural. Su definición de lo que constituye un proyecto ecoturístico difiere mucho de lo que el gobierno estatal de Chiapas impulsa en los hechos. Como muchas veces ocurre, el gobierno estatal conoce el lenguaje ecoturístico, pero su práctica deja mucho que desear. Los proyectos apoyados por fondos gubernamentales suelen ser, según Echo Way, verticales, no democráticos, no controlados por la comunidad, crean más divisiones internas que unidad, carecen de intercambios reales entre turistas y habitantes locales aparte de los comerciales y, para rematar, trivializan la cultura indígena. Echo Way recorrió tres “ofertas ecoturísticas” en Chiapas y concluyó que constituyen un engaño tanto para las comunidades indígenas como para el turista ávido de conocer la cultura local. Mediante este Boletín, Ciepac y Echo Way comienzan una vigilancia conjunta a los supuestos proyectos ecoturísticos en Chiapas y el sureste mexicano.
Introducción
Después del trabajo de evaluación de proyectos comunitarios chiapanecos realizado por la asociación EchoWay, ante todos los problemas y proyectos no ecoturísticos encontrados, la posición de nuestra asociación, como organización independiente de promoción de proyectos de ecoturismo y turismo solidario, es delicada. Promover estos proyectos puede ser un riesgo real para el medioambiente y hasta para las comunidades. Los comentarios a continuación son la opinión de nuestra organización sobre la situación del turismo en Chiapas y la acción llevada a cabo por la red SendaSur.
Desde hace algunos años, el ecoturismo en Chiapas se ha convertido en la punta de lanza del gobierno local, quien lo ha presentado como una solución a los problemas económicos del Estado. El gobierno propuso desarrollar el turismo en ciertas comunidades indígenas para responder a sus problemas, mediante una multitud de instituciones (Secretaria de Turismo, Comisión Nacional de las Áreas Naturales Protegidas, CONAFOR, Secretaria de Desarrollo de los Pueblos Indígenas, etc.) y organizaciones internacionales (la Unión Europea a través del programa PRODESIS, la ONG Conservación Internacional y la cooperación oficial estadounidense USAID entre otras).
Todas estas instituciones, que trabajan independientemente de las demás y proponen diferentes programas de financiamiento a las comunidades que desean involucrarse en el ecoturismo, invirtieron millones de pesos para desarrollar este sector. En vista de toda esta atención, tanto nacional como internacional, y a las competencias presumidas de todas estas organizaciones, uno esperaría que Chiapas fuera el destino ecoturístico de México.
La folletería y los carteles publicitarios de San Cristóbal de Las Casas (una de las principales ciudades turísticas de Chiapas) o Tuxtla Gutiérrez (la capital del Estado), los correos de promoción de la Secretaria de Turismo, así como los escaparates de las agencias de viajes, no dejan de vender en un mismo paquete, recorrido ecoturístico y acercamiento a la cultura indígena.
Situación de los proyectos
Echo Way constató sobre el terreno que ninguno de los proyectos apoyados con fondos estatales es realmente ecoturístico, ninguna estructura de hospedaje es ecológica y los responsables no están capacitados para manejar un centro turístico, y mucho menos ecoturístico. Casi ninguno de los centros financia un proyecto de desarrollo local o protección del medioambiente y la cultura está folclorizada. En resumen: ¿dónde está el ecoturismo chiapaneco vendido por el gobierno y por las agencias de viajes a los turistas nacionales y extranjeros?
Los comentarios que siguen para cada comunidad no tienen por objeto presentar un diagnóstico de los proyectos visitados. Son sólo algunos comentarios esenciales. Las comunidades visitadas son las siguientes, y ciertos proyectos en ellas forman parte de la red SendaSur:
- Lacanjá Chansayab
- Nueva Palestina
- Las Guacamayas
Lacanjá Chansayab
Existen alrededor de 13 estructuras de hospedaje--llamadas campamentos--en la comunidad lacandona de Lacanjá Chansayab. El gobierno, mediante la Secretaría de Turismo de Chiapas (Sectur), ha invertido muchísimo dinero en esta comunidad y en el 2003 ofreció estructuras de hospedaje a 11 de las 13 familias de este pueblo que querían desarrollar un campamento. Sectur mandó construir en cada campamento más o menos la misma cabaña, de concreto, con acabados bastante buenos.
Todas las familias lacandonas manejan entonces una estructura de hospedaje, de manera privada, sin ninguna colaboración entre ellas, cada una trabajando independientemente. Cada una trata de ganar dinero por su lado y todo el mundo compite. El ambiente que reina en el pueblo es particularmente desagradable. El turista se ha convertido en una fuente de ingreso, no existe ningún contacto con la población o muy poco, pues se trata de la simple prestación de hospedaje y alimentos. Los pocos lacandones que siguen vistiendo su túnica tradicional lo hacen porque los turistas lo desean, o más bien porque funcionarios de Sectur, enviados para capacitarlos en el turismo, afirman que esto es lo que quieren ver los turistas. Los capacitadores delatan la visión tan pobre que reina en Sectur sobre el ecoturismo.
No existe ningún proyecto de desarrollo comunitario o de protección del medioambiente, ni campamento ecológico. Existe una excepción, un poco más responsable en este sentido, que no ha recibido cabaña del gobierno ni ningún apoyo. Éste se destaca un poco de los demás, es más rústico y frecuentado por una clientela diferente de la de otros campamentos. El centro también es un poco más ecológico, y aunque todavía le falta, las diferencias son visibles: ninguna cabaña de concreto, alimentos producidos localmente, incluyendo una parte orgánica, programa de reciclaje de los desechos, un entorno más natural. Uno convive con la familia, aprende a cocinar, se impregna de la espiritualidad y cultura maya y participa en las tareas cotidianas. Éste es el que más visitantes recibe, y por eso es difícil entender la estrategia de Sectur que quiere estandarizar todos estos campamentos y desarrollar un turismo de alto nivel.
Existen muchos conflictos entre las familias. Debido a que no hay estrategia común y cada uno trabaja por su cuenta, existe una muy fuerte rivalidad entre los mismos miembros de la comunidad. Al inicio, los 11 campamentos formaban un solo grupo, pero los problemas aparecieron muy rápidamente: seis entraron en SendaSur, los otros 5 no. Ciertos campamentos trabajan también con agencias de viajes de Tuxtla, Palenque, etc. Prevalece pues el esquema clásico del turismo en el cual una agencia de viajes negocia sus precios, impone sus condiciones, estándares y un producto que, al final, pierde su autenticidad, a un prestador quien debe respetar estas exigencias si quiere recibir turistas.
El resultado de este intervencionismo del Estado en el turismo es extremamente negativo. Ha dividido muchas comunidades al inyectar dinero masivamente. Algunos aprovecharon, otros no. Los que se quedaron atrás están marginados, se desarrolla un sentimiento de rechazo hacia toda organización institucional, sea nacional o internacional.
Los evangelizadores también tienen un impacto muy negativo sobre estas comunidades, condenando las creencias ancestrales, calificando los rituales de brujería. Así han podido convertido a muchos mayas a su religión. Los evangélicos están cada vez más ricos, poderosos y son buenos oradores. Sus valores se fundan en la utilidad, el dinero. También han contribuido a esta división social que se puede observar en Lacanjá Chansayab o en otras comunidades.
Nueva Palestina
Observamos una situación parecida: los mismos desacuerdos entre grupos que trabajan en el sector. En los recorridos, por lo menos en él de las ruinas, no se ofrece al visitante ninguna explicación. Se trata del puro consumo de una actividad, sin ninguna comunicación con la población. Sólo se disfruta la belleza de la naturaleza, nada más.
No existen proyectos desarrollados todavía, nada ecoturístico salvo el hecho de conservar su sitio limpio. El impacto de la ganadería sobre el medioambiente es importante y ha llevado a un conflicto de uso de suelo. No hay esfuerzos por sensibilizar a los turistas o a la comunidad sobre el medioambiente.
Las Guacamayas
Este proyecto es el que más se acerca al concepto de ecoturismo, porque el un proyecto de protección de las guacamayas se realiza conjuntamente con una actividad turística. Sin embargo, hace falta una verdadera interacción entre los dos aspectos. Cada proyecto debe servir al otro, el de turismo para proteger la especie, el de protección para atraer a la gente.
Los recorridos carecen de interpretación. Sería interesante especializar a un guía que se encargue de un recorrido especial sobre la guacamaya, capaz de explicar el programa de protección, la ecología de esta especie, etc. El hospedaje no es ecológico pero siempre está presentado así en todos los folletos y publicidades. Se trata nuevamente de la simple prestación de un servicio: un hospedaje clasificado de alto nivel, para cierta clientela, y un restaurante.
De todos los proyectos visitados, este presenta el mayor potencial ecoturístico. Con un importante trabajo de capacitación, se podría lograr un resultado satisfactorio.
Análisis general del turismo en esta zona
La folclorización de la cultura está muy extendida. Las agencias de viajes venden la imagen indígena en general y lacandona en particular, pero el impacto social es real, y las agencias no tienen conciencia de las repercusiones a nivel local. Nuevamente, el dinero dicta sus leyes, perjudicando las necesidades locales. En cuanto a las cuestiones ecológicas, estamos muy lejos del ecoturismo. El gobierno construyó cabañas de concreto, no existe ningún programa de protección, de manejo de los desechos, nada. Las ONGs de protección del medioambiente son cómplices de esta situación social y falta de preocupación ambiental, puesto que no hacen nada para la conservación. Reciben millones de pesos para programas de protección, pero las comunidades no ven nada y gastan su dinero para reuniones en Tuxtla o San Cristóbal. Sólo se realizan dos o tres mapas y algunas intervenciones para justificar lo mínimo, pero todo lo demás es un misterio, pues no han hecho nada. Como esas ONGs necesitan la imagen indígena para obtener subvenciones, explotan también la cultura maya y se vuelven cómplices de esta folclorización, dejando a las comunidades en su situación actual de marginación.
Las mentalidades han cambiado: todas estas comunidades se han vuelto muy individualistas, se ha olvidado y desmantelado la organización comunitaria. Sectur quiere estandarizar el turismo, las agencias de viajes llegan pero no ven la cultura si no es un lacandón en su traje tradicional. No se comparte la cultura: se ofrece hospedaje, simplemente. No se promueve un turismo comunitario, sino un turismo en las comunidades. Se vende la cultura lacandona (y cabe decir que estos lacandones no son el pueblo originario de la Selva Lacandona, sino que son originarios de la península de Yucatán).
El gobierno, al querer desarrollar proyectos turísticos, instrumentaliza las comunidades y crea división social entre los habitantes, porque no todos pueden aprovechar esta oportunidad. En consecuencia existe una pérdida de identidad cultural, conflictos entre los habitantes, proyectos abandonados, total, una situación lamentable. Todos estos proyectos se han armado demasiado rápido, sin reflexionar sobre el porqué se quiere uno. Se construyó la infraestructura sin que los futuros administradores hubiesen recibido capacitación, o a veces sí, pero mínimas e insuficientes. Se han precipitado las cosas, las necesidades fueron mal evaluadas y hoy están pagando los errores cometidos. El gobierno trata de rectificar las cosas pero se enfrenta a numerosos problemas: choque cultural, proyectos no integrados, comunidades no realmente involucradas. La estrategia actual es de capacitar a los encargados. Sectur manda gente, algunos se quedan un año en el lugar, pero quiere siempre trabajar los mismos proyectos, es decir, los ya existentes. Los otros se encuentran entonces excluidos del apoyo gubernamental. Además, Sectur trata de imponer un modo de gestión, mejorar la calidad, formatear el turismo, en resumen de adaptar la oferta al mercado. El problema es que se enfrenta a modos de pensamiento diferentes, culturas diferentes, pero reproduce el modo de gestión de la industria turística clásica en estas comunidades. De ahí la aparición de centros sin alma y que se parecen bastante unos a los otros.
Otro problema tiene que ver con la capacitación, puesto que sigue el eje de desarrollo de una industria turística clásica. Sería normal si ese fuera el objetivo, pero es el ecoturismo el que anda en boca de todos, en especial de los funcionarios y las agencias de viajes. Hay una brecha entre los discursos y la realidad.
Además, las instalaciones no tienen nada de ecoturísticas pero se presentan como tales. Estos “eco alojamientos” están promovidos en la folletería turística de Chiapas. Se puede hablar de publicidad engañosa porque no hay ninguna, o muy poca, construcción ecológica (materiales locales, etc.).
Todas la información brindada, los folletos turísticos, mapas, etc. sólo hablan de los proyectos apoyados por el Estado. Existe una falta de objetividad e imparcialidad obvia de parte de Sectur hacia todos los proyectos turísticos. Los que quieren salirse del esquema oficial, o no piensan como la dependencia o quieren desarrollar su propia actividad, se enfrentan a la exclusión de los circuitos de promoción y comercialización y de los programas de financiamiento.
Comentarios sobre el acción de SendaSur
SendaSur es percibido en las comunidades como una red institucional vinculada a Sectur. En papel el sistema parece correcto y solidario, un escaparate para proyectos comunitarios, una red de promoción e intercambio cultural. Pero la realidad es diferente: proyectos privados, no ecoturísticos, divisiones acentuadas entre miembros de una misma comunidad entre los que entraron en la red y los demás. Las estructuras locales no están enteradas de lo que pasa en San Cristóbal, no existen proyectos comunes, una estrategia común, las estructuras sólo están en espera de recibir turistas de parte de SendaSur.
El objetivo principal de SendaSur es la promoción. A nivel local, aunque es cierto que estos proyectos necesitan promoción, la mayor necesidad sigue siendo la capacitación. La oficina parece alejada de las estructuras locales (fenómeno acentuado por la distancia y las dificultades de comunicación), y no funciona como una red, sino más bien como una simple agencia que tiene socios locales y que decide mandar a los turistas a tal o cual lugar. A largo plazo, existe la posibilidad de conflicto entre los socios porque no todos se encuentran en la misma etapa de desarrollo: algunos van a beneficiarse de la red más que otros. Esto puede crear envidias también entre proyectos que reciben más turistas que otros.
Aparte de este posible conflicto entre los socios de SendaSur, se nota una división entre los proyectos de una misma comunidad socia de la red y los demás. Habrá en el futuro un desarrollo a dos velocidades entre los que van a recibir apoyo y pertenecen a la red, y los demás, violando así los valores comunitarios supuestamente promovidos por SendaSur.
Existe una diferencia entre el discurso y la práctica, una falta de objetividad y sinceridad de parte de SendaSur en varios niveles:
- Publicidad engañosa
- Acción negativa que acentúa los conflictos entre grupos de una misma comunidad
- Contribución al desarrollo de un turismo clásico
- Envío de turistas no responsables
- Funciona más como una agencia de viajes que una red
- Red demasiado institucional e insuficientes acciones concretas en comunidad
Conclusión
Frente a esta situación lamentable, un observador no puede más que externar pesimismo sobre el futuro del ecoturismo en Chiapas sin no hay antes una toma de conciencia institucional real de los problemas locales y de las acciones que hacen falta. O todas las comunidades cambiarán su modo de vida y estaremos en un simple turismo clásico en el cual uno disfruta de la belleza de la naturaleza sin dar nada a cambio, o los turistas ya no van a llegar al ver que se les está engañando, o finalmente algunas comunidades se van a rebelar y rechazar esta uniformidad, estandarización y folclorización de su modo de vida tradicional.
Estos comentarios iniciales deberán profundizarse mediante un estudio que reoriente las prioridades de acción de SendaSur. En el fondo, el discurso es bueno y la visión de algunos responsables coincide con los valores del ecoturismo. De ahí lo chocante al constatar lo que existe en comunidad. Hay que tomar en cuenta que esta red es relativamente reciente y no ha llegado a su madurez financiera, lo cual limita sus acciones sobre el terreno.
La situación es urgente y preocupante pues cuanto más se espere, más negativos serán el impacto ambiental y la división comunitaria. Será entonces imposible regresar y el ecoturismo en esta región se habrá perdido definitivamente. Sin embargo, se trata del sector turístico con mayor crecimiento, de ahí la duda y las preocupaciones por la estrategia institucional empleada.
Maxime Kieffer
Asociación Echo Way